Cieza es un municipio español situado al norte de la Región de Murcia, capital de la comarca de la Vega Alta del Segura y puerta natural de la actual Región de Murcia por el norte a través de la A-30.
Cieza posee un rico y vivo patrimonio cultural, como el de sus fiestas de Semana Santa y San Bartolomé. También guarda muchos tesoros arqueológicos que abarcan diferentes épocas históricas: pinturas rupestres, poblados íberos, restos romanos, y la impresionante Medina Siyasa —ciudad árabe—, que domina el actual emplazamiento de Cieza desde la falda del Castillo y cuenta con exposición permanente en el museo de la ciudad.
El término municipal tiene una extensión aproximada de 365 km². Enclavado en la comarca de la Vega Alta del Segura, su centro urbano dista 45 kilómetros del de Murcia, capital de la provincia.
Cieza se encuentra en la confluencia de dos grandes valles fluviales, el del río Segura que entra por el oeste desde el cañón de Almadenes y el de la rambla del Judío, desde el este, lo que determina el relieve de su término con forma de Y.
Existe una clara diferenciación de 3 áreas, la vega del río Segura, las zonas de expansión agrícola en las llanuras adyacentes al valle del Segura y las abruptas sierras. De estas últimas y ejerciendo de frontera natural se encuentran al norte: las sierras del Puerto, Cabeza de Asno y del Picarcho, al sur: las del Oro y del Morrón perpendiculares al río Segura y cortadas por este, al este: la Sierra de Ascoy y destacando en el panorama del valle del Segura: el macizo dolomítico del Almorchón.
Las amplias llanuras de terrenos margosos y suaves pendientes, tras la llegada del agua del trasvase Tajo-Segura, han sufrido una transformación importante en los últimos 30 años con una expansión sin precedentes del regadío de frutales de hueso, que aporta la principal riqueza económica al municipio.
Cieza es la primera ciudad de la Región de Murcia regada por las aguas del río Segura. El río Segura entra en el término municipal de Cieza a través del Cañón de Almadenes, abriéndose después un amplio valle de unos 12 km, sobre el que se desarrolla la huerta para finalmente despedirse en un estrechamiento del valle entre las Sierras del Oro y Turbedal.
El paso por Cieza del río Segura marca la historia actual y pasada del municipio, tanto por la riqueza que sus aguas han aportado, como por las graves inundaciones que históricamente ha sufrido. Ya en octubre de 1.948 tras unas fuertes crecidas se empezó a plantear la construcción de una presa de laminación de las aguas de l rambla del Judío. Esta obra, terminada en 1.995 ha sido fundamental para la protección de Cieza.
Los regadíos tradicionales en la vega de Cieza se desarrollan alrededor de sus cuatro acequias mayores: tres son de origen romano Don Gonzalo, Los Charcos y El Horno y la cuarta -La Andelma-, fue construida por los árabes después de que se instalasen en la zona, a partir del siglo X.
Con los visigodos, el sistema de canalizaciones quedó en desuso, hasta que la floreciente Siyas recuperó las acequias, las agrandó y construyó La Andelma.
Con la Reconquista, la mayor parte de la red hidráulica quedó olvidada y no fue hasta el siglo XIX cuando de nuevo comenzaron a explotarse. El suministro de estos riegos es básicamente superficial, del río Segura, y en menor medida de origen subterráneo, principalmente de los acuíferos de la Vega Alta, del Molar y Sinclinal de Calasparra.
Poblada desde el Paleolítico, el área de Cieza es privilegiada en cuanto a yacimientos arqueológicos prehistóricos como los de Almadenes, La Serreta, y el Barranco de los Grajos, declarados Patrimonio de la Humanidad como parte del Arte Rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica.
Cuenta con los restos de un poblado íbero, llamado Bolvax. También hay restos romanos en el mencionado yacimiento de La Serreta.
Los árabes, que habitaron la zona desde el siglo XI al XIII, dejaron un importantísimo patrimonio cultural y arqueológico. El más importante yacimiento se encuentra en la ladera del castillo, la ciudad de Medina Siyâsa, donde se han encontrado numerosos restos de arquitectura decorativa árabe, arcos finamente decorados, cerámica policromada, cristal y metal. Existe un museo arqueológico dedicado casi por completo a Medina Siyasa en la calle San Sebastián de Cieza.
En 1243, el entonces infante Alfonso de Castilla (Alfonso "El Sabio"), integra la Taifa de Murcia en la Corona de Castilla en virtud del Tratado de Alcaraz.
Tras el tratado, Medina Siyasa fue brevemente repoblada por cristianos. Pero con la sublevación de los mudéjares murcianos en 1.264, el emplazamiento se abandonó (favoreciendo su conservación posterior), asentándose la población en la zona en la que se encuentran el Balcón del Muro y la ermita de San Bartolomé, siendo el germen de la actual ciudad.
Ya asentada en esta zona, la Cieza cristiana fue invadida el Domingo de Resurrección de 1.477 por tropas del todavía musulmán reino nazarí de Granada. La localidad quedó entonces despoblada, pues las tropas musulmanas se llevaron a los ciezanos a Granada, y permanecieron presos en la Alhambra, en el patio hoy conocido como patio de Cieza la desdichada. Tuvieron que acudir a la localidad vecinos del municipio de Jumilla para que los campos y huertas de Cieza no quedaran improductivos. Después los ciezanos presos pactaron con los nazaríes la liberación de algunos de ellos, que retornaron a Cieza, que después irían ahorrando hasta ir conseguiendo poco a poco el rescate de los demás que habían quedado presos. Según cuenta la leyenda, en aquella fatídica fecha una muda que vio a los moros acercarse a la localidad, entró a la iglesia a avisar de esto, y, a pesar de ser muda, pudo decir "moros vienen". En recuerdo de este acontecimiento quedó como lema del escudo de Cieza:Por pasar la puente nos dieron la muerte.
Los siglos XVI y XVII se caracterizaron por la rivalidad y las disputas entre las familias más influyentes de la entonces villa.
En elsiglo XVIII, como recompensa por su apoyo al bando borbónico, Cieza recibió el título de "muy noble y muy leal villa".
Desastrosa fue para Cieza la llegada de las tropas francesas ya vencidas en la Guerra de la Independencia, que pasaron por la localidad en el trayecto de su retirada, provocando estragos que dificultaron su posterior desarrollo. Dicho desarrollo se vería facilitado después al quedar Cieza como cabeza de partido judicial, con la creación de éstos en 1.834. Durante la Restauración Borbónica, el partido judicial de Cieza estuvo representado en Cortes por el Primer Ministro Antonio Cánovas del Castillo, lo que también contribuyó al desarrollo del municipio.
En 1.926, Alfonso XIII concedió a Cieza el título de ciudad, y a su Ayuntamiento el tratamiento de Excelentísimo. A finales de la década de 1.920, Cieza superaba en población a varias capitales de provincia españolas gracias al desarrollo de industrias como la del esparto y la alimentaria. Todavía en la actualidad Cieza supera en población a una capital de provincia: la ciudad de Teruel.
En las décadas de 1.940, 1.950 y 1.960 siguió teniendo gran importancia la industria del esparto para la economía ciezana. No obstante, empezó a decaer ya en los años sesenta por la introducción de las fibras sintéticas en el sector cordelero. Aun así, incluso en la actualidad existe en Cieza alguna fábrica de cordelería, incluso alguna que trabaja con esparto, pero ya (desde la década de 1980) muy en decadencia y de escasísima trascendencia. En la actualidad, el Pequeño Museo del Esparto recuerda esta etapa de la historia de Cieza.
Hacia las décadadas de 1.950 - 1.960, Cieza era el cuarto municipio más poblado de la provincia de Murcia, sólo superado entonces por Murcia, Cartagena y Lorca. A principios de la década de 1.980, no obstante, y a pesar del crecimiento demográfico de Cieza, ya había sido superado en población por Molina de Segura. Cieza permaneció desde la década de 1.970 en un estancamiento demográfico que se prolongó hasta la década de 1.990, con la llegada de población inmigrante.
De la implantación en Cieza de esta advocación y de la llegada a la ciudad de una primera imagen no constan datos. Las primeras referencias que de la Virgen del Buen Suceso se conocen la vínculan con la construcción de la que hoy es Ermita del Santísimo Cristo del Consuelo.
Esta ermita, sita en un cabezo extramuros conocido originariamente como Cabezo de las Horcas (hoy Barrio de la Horta), fue en su origen un sencillo devocionario denominado “del Calvario” que como tal consta en la “Relación” de Felipe II de 1.579; a este lugar se accedía por el Camino de Castilla (hoy carretera de Calasparra) que discurría a los pies de dicho cabezo.
Desde esas fechas la ermita pasó a ser conocida indistintamente como Ermita de Ntra. Sra. del Buen Suceso (así, en el testamento de Dña. Ana Marín de 1.621 se establecen “cuatro misas rezadas y estas se digan en la Ermita de Ntra. Sra. del Buen Suceso de esta villa en su altar reservado” ) y como Ermita del Santo Cristo del Calvario (tal como aparece referida en el Acta Capitular de 1.745 en que se nombra a la Virgen del buen Suceso Patrona de Cieza), denominación que el pueblo pudo atribuirle por el hecho de que en ella finalizara el viacrucis o calvario referido y no tanto en función de la advocación del mencionado Crucificado. Ambas Imágenes contarán desde un principio con sendos altares (así en el testamento de Dña. Inés Valera de 1.624 se manda decir “dos misas rezadas en el altar reservado al Santo Cristo en la ermita de Ntra. Sra. del Buen Suceso” ).
Son muchos los relatos y leyendas que se cuentan de este suceso. Seguro que el que más repercusión y trascendencia ha tenido para Cieza, ha sido la historia de la defensa del puente que dio lugar al escudo de Cieza. Veamos lo que cuenta fray Pascual Salmerón sobre el mismo:
“La mañana de Resurreción en la cual los moros llegaron a Cieza, estaba la gente oyendo misa en la iglesia antigua que estaba cerca del puente, en el sitio en el que hoy está el Conjuratorio y la pequeña ermita de San Bartolomé. Una mujer muda divisó a los moros, toda asustada acudió a la iglesia. Y no pudiendo dar a entender por señas, se hizo tanta fuerza que rompiendo el impedimento de la lengua habló y dijo: ¡Moros vienen! Oído esto […] salieron de la iglesia […] entonces según se puede conjeturar […] del escudo de armas de esta villa, en el cual se lee esta inscripción: “Por pasar la puente, nos dieron la muerte”, los hombres que allí había […] acudieron al puente […] parta impedir a los moros el paso a la villa […] pelearon como leones […] y en este tan cristiano y glorioso empeño sacrificaron sus vidas”.
Si nos fijamos en el escudo que representa a Cieza y a sus vecinos, podemos comprobar que aparecen los elementos narrados en la historia: un puente sobre el río Segura, una torre y la leyenda que explica la historia. Pero parece que no es del todo verídica, la relación entre el escudo de Cieza y la historia que se cuenta sobre él.
Este escudo no ha sido documentado, ni en papel ni en piedra, durante los siglos medievales. Es posible que Cieza careciese de escudo propio y utilizasen, a nivel administrativo, el sello de la Orden de Santiago, ya que estas tierras estaban bajo el dominio de dicha orden.
La primera representación en piedra del escudo de Cieza, data de 1.716 y se encuentra en la fachada del actual ayuntamiento.
Todo parece indicar que la leyenda de la defensa del puente, es de “nueva creación”, inventada en el siglo XVII para dar una explicación racional al escudo de armas de la villa. Un escudo inventado no sabemos por quién, posiblemente en el siglo XVII.
En definitiva, que es muy posible que el escudo existiera antes que la leyenda, y al no saber bien que significa tal enseña, los ciezanos articularon una historia en torno a él. Y que mejor solución, que relacionar los elementos del escudo con el hecho más famoso y dramático de la historia de Cieza: el saqueo de 1.477.
Tal vez llegue el día, en el que algún investigador descubra cual es el origen y significado de esta heráldica. Pero creo que, hasta que ese día llegue, a los ciezanos les sigue valiendo la historia de la muda, los moros y el puente.
Ascoy.
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